Capítulo 7.3

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Dentro del pasillo de la facultad de medicina, Frey estaba sentada en un banco desconectada.

Dentro de la oficina, los doce autómatas Garm tenían los ojos puestos en Henri.

Con miedo a los perros, y ahora rodeada por ellos, Henri estaba temblando como un pequeño animal. Habiendo sido dejada en una simple cama, una arrinconada Henri no tenía intención de escapar. Ya que los autómatas Garm tenían agudos sentidos y la vigilancia era su fuerte, ellos serán capaces de percibir cualquier enemigo que se acerque. Con ese nivel de seguridad, Frey se había permitido dormir.

Frey estaba abrazando a Rabi, cuando de repente, las orejas de él se alzaron.

Refregándose los ojos, Frey echó un vistazo en la oficina— de repente reaccionó.

¡Henri tenía un escalpelo cerca de su muñeca, estaba a punto de cortarse su propia arteria!

“¡Robin!”

Gritó a través de la entrada. El perro salchicha entró en acción, saltando y mordiéndole la mano derecha a Henri.

El dolor hizo que Henri dejara caer el escalpelo. Su muñeca izquierda había evitado el daño por un pelo.

Frey trotó hasta donde estaba Henri y levantó el escalpelo.

Pensando que la iban a regañar, Henri se ajustó el sombrero, escondiéndose bajo él.

“Por favor… ¡Sólo déjame en paz! ¡No tiene sentido que alguien como yo siga viviendo!”

“Si te mueres, no me importa.”

“¡¿— Entonces por qué?! ¡No me detengas!”

“Pero Raishin se pondría triste.”

Henri agachó la cabeza mientras se mordía el labio. Frey continuó.

“T-Rex… hizo algo malo. Pero lo hizo porque… quiere que vivas.”

Las palabras de Frey atravesaron a Henri. Sus hombros cayeron y agachó la vista.

“Raishina… también dijo algo como eso…”

“Entonces deberías entenderlo, ¿cierto?”

“Pero… no puedo deshacer las cosas malas que han sucedido. Incluso si alguien como yo sigue viviendo, mi hermana… sin mencionar que le ocasioné heridas graves a Raishin…”

“T-Rex— Charlotte me lo contó todo.”

“¡—!”

“Lo sé. Sé que la dos están siendo obligadas por alguien…”

Fue anoche. Cuando Charl apareció en frente de Frey, y le reveló la verdad sobre la cuestión frente a ella.

“¿Por qué… me estás contando esto?”

Conforme preguntó eso, Charl pareció sonrojarse por dentro, apartando el rostro.

“Si sólo se trata de ese idiota nomás, él logrará manejarse solo de alguna forma. Pero si tú también vas a meterte, me temo que terminarás lastimándote.”

Habiendo dicho eso, hubo una mirada implorante en la manera en que Charl estaba viendo a Frey.

“No se lo digas a ese idiota. Absolutamente no puedes. Puede que sea orgullo— No, no es orgullo. Incluso si no fuera yo en esta situación, él definitivamente saldría corriendo a ayudar.”

“Si ese es el caso…”

“Es por eso exactamente que no quiero que él sepa. No voy a decírselo, y no quiero que tú se lo digas tampoco.”

Es una promesa, Charlo se lo recordó y Frey asintió instintivamente.

Para ser honesta, no entendió realmente lo que Charl acababa de decir.

“Pero ahora lo sé. Raishin es la clase de persona que seguirá luchando, aunque esté golpeado y ensangrentado. Él no abandona a las personas.”

Henri alzó la vista hacia ella. Frey le estaba advirtiendo.

“Si él viene a ayudar, terminarás dependiendo de él… y eso no es bueno.”

Raishin pondrá su vida en juego.

Raishin luchará contra el mundo.

Sin considerar en absoluto su propio cuerpo, sufrirá herida tras herida.

Es por eso que ella no quería dejar que se involucrara. Si en verdad quería que él esté a salvo, entonces—

“Es por eso… Que tú tampoco deberías depender tanto de él.”

Ella sonrió gentilmente.

¿Serán sus palabras suficientes para detener a Henri?

Henri se acostó boca abajo, quedándose en silencio como un molusco.

De repente, los perros miraron hacia la ventana al unísono.

Fue un poco lenta, pero Frey también logró escuchar los disturbios.

Se vio un brillante destello por la ventana. Frey activó el circuito Sonic de Rabi, canalizando los severos sonidos de la intensa batalla de allí afuera hacia el interior de la sala.

Intuitivamente, supo que Raishin estaba luchando. Se puso nerviosa e impaciente, antes de declarar,

“Dejaré a los perros aquí. Loki también está aquí, así que estarás a salvo.”

Llevándose sólo a Rabi, giró y salió por la puerta.

“Eh… ¿a dónde vas?”

“A donde está Raishin. Cuando las cosas llegan a un punto crítico, quiero ser capaz de ayudar.”

Montándose sobre Rabi, Frey pensó por un momento, antes de inclinar su cabeza ligeramente.

“¿…Quieres venir?”

 

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