Capítulo 5.5

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Era poco antes del amanecer, en el momento justo en que el aire estaba más fresco.

La facultad de medicina estaba en silencio. En la entrada, una profesora en bata blanca. Kimberly entró al edificio. Sacudiendo su bata, se quitó el roció de la mañana que se había reunido.

Algo en lo profundo del pasillo le llamó la atención.

“¡Dios, Buddha, o quién sea que esté ahí, por favor ayuda a que Raishin se mejore…!”

Una chica estaba mirando a la luna, con las manos juntas como rezando. Su brillante cabello negro centelleaba bajo la luz de la luna, dándole un aura santa.

“Yaya no será egoísta. Si Raishin se vuelve cercano a una chica humana, Yaya no se podrá celosa. Si las ropas de Raishin emanan la esencia de otra chica, o si hace a Yaya a un lado, o incluso si un día de repente dice ‘¡Ahora tengo novia—!’”

Mientras hablaba, su tono de voz gradualmente se disipó hasta ser una leve monotonía, y la luz en sus ojos empezó a desaparecer.

Yaya alzó la cabeza de repente, y rápidamente continuó.

“Eso fue un error. Sólo fue fingimiento. No creas eso. ¡Yaya de verdad no se pondrá celosa para nada, así que por favor, salva a Raishin, te lo suplico…!”

“Esa es una plegaria bastante patética.”

Yaya volteó de un sobresalto.

“Luces bastante animada. Debo decir que me sorprendiste bastante. Tu controlador se encuentra en ese estado, y aun así tus niveles de actividad apenas han disminuido.”

Si se consideraba la situación, un comportamiento así era en verdad nocivo. Drenar continuamente energía mágica de un amo en un estado crítico era equivalente a infligir más daño sobre él.

Yaya estaba anonadada, luego rápidamente se quedó en silencio, agachando la cabeza.

Una sensación hormigueante de culpa la apuñaló en el pecho. Ella no odiaba a Yaya en particular ni nada, pero de alguna forma, no podía evitar comportarse con frialdad hacia un autómata excesivamente superior.

“Bueno, no te preocupes tanto. Ese tipo es como una cucaracha, casi imposible de matar. Estoy segura de que esa herida en su pecho no es gran cosa.”

Era un intento bastante malo de consolarla. Kimberly dejó a Yaya y siguió avanzando.

Entrando a la oficina del doctor, la recibió el olor de la sangre y los antisépticos.

Justo en frente de la entrada a la sala de tratamiento, el doctor Cruel se había ubicado allí.

Con una mirada gruñona en su rostro, estaba leyendo un grueso libro de medicina.

“Bueno, te ves bastante amargado.”

“Claro que lo estoy. No tiene nada de divertido salvarle la vida a un hombre.”

Expresó sin siquiera alzar la vista. Aunque dijo eso, se había quedado despierto toda la noche cuidando al herido, así era su profesionalismo.

“Entonces, ¿cómo está el Segundo Último?”

“Es un maldito demonio afortunado, eso te diré.”

Le dio los informes médicos de Raishin. Limpiando sus lentes, Cruel explicó.

“Si el corte hubiera sido algunos milímetros más profundo, le hubiera perforado los pulmones. Un centímetro y le hubiera sacado el corazón.”

“Wow.”

“El ángulo del corte también fue afortunado. Se le quebró la clavícula, pero se salvó con apenas dos costillas rotas, y sus órganos internos están bien. Además, para haber recibido una herida con una espada tan grande, el corte fue relativamente limpio. Por eso, coserlo fue fácil- en serio tiene la suerte de los dioses. Alguien allá arriba lo debe estar cuidando… es la clase se sensación que uno tiene al ver su informe.”

“Entonces, ¿su vida está fuera de peligro?”

“Por ahora, al menos.”

Sus palabras estaban elegidas cautelosamente. Cruel tenía una mirada apropiada de doctor en su rostro por esta vez mientras hablaba.

“Perdió muchísima sangre. Debido a eso tiene la presión sanguínea peligrosamente baja. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que pueda haber efectos secundarios negativos. Lo peor que podría suceder ahora sería una infección. Los autómatas contienen numerosas bacterias después de todo. Si uno así te corta, sólo Dios sabe cuando volverás a despertar. Además—”

Bajando la voz, continuó en un susurro.

“En este momento le están drenando la vitalidad.”

La imagen de Yaya en el pasillo de repente apareció en la mente de Kimberly. Por lo que vio antes, Yaya no parecía estar consciente de que le estaba robando energía vital a Raishin. Si lo supiera, probablemente se entristecería más de lo que ya estaba.

“Por cierto, no sería extraño que él fuera a morir en cualquier momento. En absoluto.”

Kimberly le frunció el ceño a la sala de tratamiento, pensando para sí misma.

(No creo que vaya a morir tan fácilmente así nada más, pero…)

Aun si no estaba en las puertas de la muerte, efectivamente estaba casi muerto. Eso Kimberly lo sabía muy bien.

“Aun si sobrevive, no estará en condiciones de luchar pronto. Maldición, siempre tengo a los peores pacientes. Los pacientes varones siempre están sucios y apestosos. No es divertido cambiarle la ropa a un tipo, o aplicarle vendajes a sus heridas, o el contacto físico con ellos.”

“Ya veo. ¿Entonces estás diciendo que normalmente te diviertes haciendo esa clase de cosas?”

“Por sup— ¡Fue un chiste!”

Al ver a Kimberly tomar un par de tijeras y mirar hacia ese lugar, rápidamente cambió el tono.

Después de eso empezó a refunfuñar, incapaz de reprimir los pensamientos que acechaban en el fondo de su corazón.

“¡En serio, qué demonios pasa con él! ¡Maldito chico! Logré curarlo y ahuyentarlo, y tan pronto como sale ya está de vuelta aquí. ¡Y esa autómata eróticamente linda suya! ¿Qué pasa con esa actitud de ‘tócame y te aplasto’? ¡Ah, maldición, estúpido Segundo Último! ¡Deseo que explotes!”

Cruel siguió maldiciendo. Kimberly sintió que entretenerlo sería una idiotez, y en cambio miró por la ventana.

El cielo ya se estaba poniendo blanco. Estaba amaneciendo.

“Entonces ahora… veamos si puedes recuperarte antes de que la Fiesta Vespertina termine.”

Dirigió la pregunta a Raishin.

Sin embargo, la sala de tratamiento estaba en silencio, sin emitir ningún sonido en respuesta.




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