Capítulo 7.1

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“El camino que yace frente a ti tiene dos rutas, chico. Puedes elegir congelarte aquí hasta la muerte, o puedes—”

Hace dos años, Shouko enfrentó a un ensangrentado Raishin mientras le daba opciones.

“Lanzarte a una batalla contra Akabane Tenzen, y perecer si pierdes contra él.”

Yaciendo de espalda al piso, Raishin miró fijamente a Shouko luego de un momento.

El borde de su boca estaba manchado con sangre y su cuerpo estaba demacrado y delgado, pero él no había perdido la chispa en sus ojos.

“¿…Me dejarás intentarlo?”

“Si eso es lo que deseas.”

Raishin miró a la chica— Yaya, quien estaba de pie junto a Shouko.

“…tuyo.”

Al principio fue débil, pero la próxima vez él lo dijo claramente.

“Seré tuyo.”

“Inteligente chico. Bueno entonces, hagamos una apuesta.”

“¿Apuesta…?”

“Yo, la gran Karyuusai— no venero ni a Dios ni a Buda. Sin embargo, no soy un Demonio. Todo lo que te daré es la posibilidad, chico. Que vivas o no hasta una edad adulta dependerá enteramente de ti.”

“¿A qué… te refieres?”

“Si derrotas a Akabane Tenzen, está bien. Si no eres capaz sin embargo, tu cuerpo será mío, chico.”

El color del rostro de Raishin cambió.

Lo que atravesó corriendo su mente fue muy probablemente, la imagen de su hermana con los contenidos de su cuerpo removidos.

¿Shouko le iba a hacer lo mismo a él?

“¡¿Por qué… nosotros…?!”

“Necesito la Sangre viva de Kuretsuba, con el fin de cumplir mis propios deseos.”

Un torrente de enfado se formó dentro de sus ojos. Raishin miró a Shouko, antes de escupir sus palabras.

“Ya entendí… ¡Si te parece bien este cuerpo, puedes quedártelo!”

En medio de la nevada, los dos sellaron el contrato.

“Ama…”

Shouko levantó la cabeza con una expresión vacía. Su codo estaba entumecido por hacer descansado sobre el apoyabrazos por demasiado tiempo.

¿Es porque estaba entonada? Había dejado divagar su mente sin soltarse.

Estaban dentro de una mansión que el ejército había procurado. Los cerezos habían sido importados, pero sus pétalos habían comenzado a esparcirse como si estuvieran en su punto máximo, por lo que las propias flores eran bastante escasas. Shouko había desplegado una manta debajo de las miserables ramas, invitándose a sí misma a un mini espectáculo de flores. Irori y Komurasaki estaban a su lado.

La copa en la mano de Shouko estaba vacía. Se la dio a Irori.

“Ha bebido demasiado. Por favor absténgase de beber más.”

Que Irori la desafiara era algo muy raro. En una inspección más cercana, parecía que Komurasaki también la estaba mirando con una expresión preocupada en su rostro.

Shouko se rió de sí misma. No se estaba comportando como siempre, y ahora había provocado que estas dos se preocuparan.

“Ama. ¿En qué estaba pensando?”

“…Estaba pensando en el chico. Ese mocoso incorregible. A pesar de que dijo que sería mío, siempre hace lo que quiere.”

Irori y Komurasaki se miraron entre sí, antes de soltar una risita juntas.

“¿Qué es tan gracioso?”

“Mis disculpas… Pero ama, no esperábamos que se quejaría de eso. Especialmente cuando usted es la que mejor conoce la naturaleza de Raishin.”

“Hmph… estás bastante calmada, la verdad. De hecho, usualmente armas un escándalo por Yaya.”

“¡Yo n-no hago eso en absoluto!”

La blanca piel de Irori se puso roja. Tosiendo avergonzada, volteó a ver a Komurasaki.

“Mientras esté al lado de Raishin, ella estará bien. Eso es lo que Komurasaki dijo— y yo también quiero creer en eso.”

Dirigió la vista en la dirección de la academia. El amplio cielo del otro lado de la cerca había empezado a tomar un ligero tinte azul.

“…Tienes razón. Yaya estará bien. Ella nutrirá al chico, y lentamente se acercará…”

Perpleja, Komurasaki inclinó la cabeza ligeramente. A su lado, los hombros de Irori se tensaron.

“Estoy segura que el sueño de esa persona se cumplirá.”

Shouko alzó la vista al cielo, su mirada se posaba más allá de un horizonte lejano en la distancia.

El amanecer finalmente había llegado.

 

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