Capítulo 3.1

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Sorprendida por el repentino estallido de luz, Yaya corrió hacia la ventana.

Afuera, la luz y las sombras se entrelazaron en varias gradaciones de blanco y negro.

Era el Raster Cannon. Comparado con las veces anteriores en que lo vio, había una diferencia remarcable en términos de potencia de salida.

El rayo de luz se estaba dirigiendo hacia los restos de la torre del reloj en su base.

“— ¡¿Raishin?!”

Incapaz de contenerse, Yaya saltó por la ventana y empezó a correr.

La luz se desvaneció tan pronto como golpeó las ruinas de la torre del reloj.

Los guardias de seguridad estaban levantando la alarma y emitiendo órdenes. Conforme Yaya llegó al lugar, el suelo de repente cambió. La tierra se desmoronó con un gran rugido. Parece que el Raster Cannon no sólo destruyó las ruinas, sino que perforó la tierra también.

Los escombros empezaron a caer dentro del hoyo. Arena, piedras, ladrillos, metal— ¡y Raishin!

“¡Raishin! ¡Raishin—!”

“¡Espera, Yaya!”

Alguien había sujetado a Yaya del brazo. Era un agarre sorprendentemente fuerte.

La persona a la que pertenecía ese brazo no era otra que la hermosa Profesora Kimberly.

“Parece que llegaste un paso más tarde. Pero ahora que todo ha llegado a esto, no hay nada que tú o yo podamos hacer en esta situación. No hagas nada tonto.”

“¡—Yaya irá a buscar a Raishin!”

“¿Al fondo del agujero? No te molestes.”

“¡Pero—!”

“¿No lo has notado? Hay muchas miradas en tu dirección.”

Miró a su alrededor de un sobresalto.

Como Kimberly había dicho, las miradas de los guardias de seguridad estaban fijas con firmeza en su dirección.

Había sospechas cautelosas, hostiles, y llenas de temor. Como Raishin, los cinco sentidos de Yaya también eran más agudos que los de una persona normal. Sus severas miradas hacia ella eran similares a como si la estuvieran apuntando con un arma, y sentía el peso de esas miradas.

“Una vez te liberaste de varios mecanismo de seguridad con tu propia fuerza. Eso es algo para temer. A estas alturas no eres mejor que un monstruo misterioso para ellos.”

Aunque Kimberly dijo eso, Yaya seguía sin idea sobre qué hacer.

Se movió nerviosamente con una mezcla de inquietud e impaciencia. Al verla reducida a tal estado, Kimberly tuvo un extraño tono de dulzura en su voz.

“Sigue mis órdenes obedientemente. Te prometo que no haré nada malo.”

“… Pero—”

“Si intentas algo estúpido ahora, entonces el Segundo Último también quedará involucrado.”

Fue el golpe de gracia. Habiendo escuchado eso, Yaya dejó de moverse.

“De todas formas, considera la profundidad de ese agujero. Cualquier que caiga en un hoyo de esa profundidad moriría instantáneamente… así que aun si bajaras ahora, no hay nada que puedas hacer para ayudar.”

“¡—!”

“Sin embargo, si todavía están vivos, él encontrará alguna manera de salvarse, y que fueras allá abajo sería un acto innecesario.”

Sus palabras estaban llenas de fe. Era completamente posible que Kimberly tuviera más fe en Raishin que la propia Yaya.

Y eso era algo muy, muy vergonzoso para ella.

“La profesora… tiene razón.”

“Buena chica. Ahora ven conmigo.”

“¿A dónde vamos…?”

“Tengo una o dos ideas. Pero primero necesito discutirlo con mi camaradas.”

Dándole la espalda al lugar de la conmoción alrededor del gran agujero, Kimberly empezó a caminar en dirección al bosque.




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