Capítulo 4.1

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Las llamas carmesí bailaban mientras el hoyo negro se enroscaba como una serpiente gigante.

Parado en medio de los cadáveres de su familia y títeres rotos,

“Ten… ¿Tú hiciste esto?”

Hubo un ligero estremecimiento en la voz de Raishin al ver la espalda de su hermano.

“¿Tú mataste… a nuestro padre…?”

Tenzen no volteó a verlo, sino que continuó mirando el cuerpo muerto de su hermana y respondió secamente.

“Sí.”

“¿Y a nuestra madre…?”

“Lo hice.”

“Por qué tú—”

“Me estaban estorbando.”

“¿Y Na-Nadeshiko…?”

“La diseccioné.”

“Por qué… ¡¿Por qué harías eso…?!”

“Era necesario.”

Sintió como se le calentaba la cabeza.

Enojo y dolor. Las dos emociones se desataban salvajemente dentro de él, sacudiéndose dentro de sí y superándolo como un buque perdido en una tormenta.

Por otro lado, quizás esto era una pesadilla. Estaba pidiendo a gritos dentro de su cabeza que esto no fuera real.

Todavía confundido sobre lo que estaba pasando en realidad, Raishin siguió gritando pregunta tras pregunta.

“¡¿Por qué…?! ¡¿A qué te refieres con que era necesario?! ¡¿Por qué le hiciste eso a Nadeshiko…?!”

Inhaló y soltó. Aunque su hermano mayor, estuvo completamente falto de emociones en su respuesta.

“Para crear un dios.”

La respuesta vacía y seca resonó dentro del corazón de Raishin.

Para crear un dios—

¿Qué fue eso?

¡¿Qué demonios fue eso…?!

¿Quién era esta pessona? Este no es el hermano que conozco.

Su mundo se estaba desgarrando lentamente, y su visión se ponía borrosa. Justo cuando su corazón sonaba como si estuviera a punto de romperse,

“Rai…shin…”

Entre el duro rugido de las flamas, hubo un pequeño gemido.

Raishin volvió en sí, volteando.

“¡Padre!”

Aun ahora con la cabeza abierta, su padre todavía estaba respirando, pronunciando su nombre.

Raishin corrió hacia su padre sin pensarlo, le estaba haciendo gestos con las manos.

A los pies de su hermano, lo que pensó que eran los restos de un autómata de repente cobró vida, blandiendo una espada.

Mientras su hermano lo esquivaba, el títere usó la oportunidad para lanzar la espada y se apresuró hacia Raishin.

Era una autómata femenina que se parecía a su madre. La autómata tomó a Raishin en un abrazo, volando hacia el cielo.

“Tú debes… ¡seguir viviendo!”

¿Fue eso algo que su padre realmente le dijo, o acaso imaginó esas palabras?

Sosteniéndolo con una fuerza de la cual el Raishin medio desnudo no pudo zafarse, la autómata llevó a Raishin afuera de la finca.

Apenas lo bajó en el jardín, colapsó en el suelo de repente como si las cuerdas que la sostenían se hubieran cortado, desmenuzándose en pedazos.

Con un silbido, las flamas crecieron más conforme consumían la hacienda por completo.

Al apagarse las llamas, Raishin lloró desesperado en frente de su casa, la cual se estaba desmoronando en frente de sus ojos.

Por primera vez en su vida, Raishin maldijo a su hermano—

Y maldijo su propia incompetencia.




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